Más sobre el proyecto

Poder moverse en bicicleta de forma segura debería ser un derecho en cualquier lugar del mundo. Y es lo que nos proponemos con este proyecto: atraer a más gente y más diversa a moverse a bicicleta. Y cuanta más gente en bici, más espacio se reconoce para ellos.

¿Y por qué la bici holandesa nos ayuda en este objetivo? Creemos que un buen primer paso es borrar de la mente colectiva el prototipo de ciclista habitual: un hombre de aspecto deportista conduciendo una bicicleta cara y rápida.

Fijémonos en Holanda, donde el 80% de la población se mueve en bici (la gran mayoría mujeres) pero nadie se siente “ciclista”. Esto contrasta totalmente con el ciclista habitual de las ciudades españolas.

¿Y cómo se consigue que la bicicleta sea accesible para la gran mayoría de la gente? Dándole unas características que la hagan práctica y asequible.

Y aquí llegamos a nuestra amada bici holandesa: su forma hace que la postura sea erguida y resulte comodísima. Además, el ritmo es más natural y se elimina esa sensación de velocidad al llevar la cabeza elevada. Y piensa que esta característica, también, amplia tu campo de visión y te hace más visible para otros, lo que aumenta tu seguridad.

Por otro lado su funcionamiento es tan sencillo que ¿quién necesita saber reparar una bicicleta? ¡Nadie! porque lo único que le puede pasar es que se te pinche una rueda. Y por su aspecto, si hay que aparcarla en la calle, no corre tanto peligro de robo como esas otras bicis caras y chillonas.

Honestamente creemos que, como este tipo de bicicletas se fabrican en poca medida en España porque el sector no apoya en exceso la movilidad urbana, tenemos que traerlas desde Holanda para animar a la gente a usarlas en sus desplazamientos.

Y si encima damos una segunda vida a un bien que se convertiría en un residuo del que es difícil deshacerse, pues esto que le ahorramos a nuestro querido planeta.

Únete al club de los amantes de la bici holandesa y no te arrepentirás. ¡Prometido!